ALGUNAS PALABRAS A MODO DE MENTIRAS
La molestia que sentía el sobreviviente en su mente era tan solo un punto extraviado en la inmensidad del universo comparado con las grandes tragedias que le habían ocurrido a toda su civilización, pero éstas a su vez no tenían comparación con la devastación de la zona 563 de la galaxia 7.943.402 del universo 801.
A pesar de esto, la personalidad mas comúnmente usada por el ser de este sobreviviente era interferida por su preciosa molestia. "No todo son flores, no todo es muerte, también están los estruletarios dentro de tu mente" solía decir antes de finalizar su vida por propia voluntad.
Aún recordaba aquella vez que estando astralizado vio su planeta de origen convertido en polvo estelar y asteroides. Aún recordaba aquella otra vez que vio su azul cuerpo despedazado, cuyas partes bañadas en una mezcla pastosa de color rojizo se retorcían y retorcían buscando energía vital. Aún recordaba el primer instante de su última existencia en este plano físico, que marcaba el fin de su evolución espiritual y el comienzo de su vida como ser superior. Y también recordó su primer encuentro con la verdad y su gran desilusión al estar cara a cara con ella. "Mentira !" fue lo que exclamó.
También él había sido un ser imperfecto. Sus tantas existencias basadas en la ilusión fueron la base de todo su desarrollo espiritual. El sobreviviente no sería hoy lo que es sino hubiera tenido vidas así ; ciegas, sordas, mentirosas.
La púrpura molestia se asemejaba a un bravo pulpo estelar, no por el calor de su voz, sino por sus proporciones gigantes. El sobreviviente podía sentir las ventosas de los tentáculos succionándole algunas personalidades, pero el no retornaba sino que seguía felizmente astralizado.
Recordó la tan olvidada escena, la podredumbre fijamente instalada hizo su segunda aparición justo en ese momento y no pudo morir nunca más.
La respuesta a la pregunta de porqué ya nada fue igual jamás se supo, sin embargo el último acontecimiento de importancia se tornó brillante como la noche. El asco brotaba abundantemente de su garganta abierta, miradas de melancolía lo acompañaban a su fin, pero no, no todo fue igual ; un dolor intensamente punzante despertó a su ser justo en el momento angelical y dulcemente le tendió una mano. La afilada hoja de la navaja no se contentó con cercenar la mano, sino que hizo rodar miles de las cabezas que observaban la escena perplejos.
Nada era tan real en ese momento como la dulce muerte, la deliciosa muerte que se torna a veces atrapante con sus delicadas siluetas invisibles.